Jueves santo: llamamos por teléfono para preguntar si estaban abiertos, nos confirmaron, en Google también aparecía abierto, y cuando fuimos estaba cerrado a cal y canto con una nota en la puerta: «Volvemos a las 19:30» y caían mares del cielo (nosotros con nuestro hijo de 2 años). Llamamos por teléfono y nadie nos cogió pero no dijimos nada.
Viernes: (teníamos ganas de comer aquí por sus opciones veganas). Llamó mi marido una vez para reservar mesa, contestó un chico y dijo que no podrían atendernos. A los 5 minutos llamé yo para preguntar, me contestó una mujer dándome mesa 45 minutos más tarde de la llamada.
Cuando llegamos solo tenían ocupadas 2 mesas fuera y 1 dentro.
Tardaron 20 minutos en tomarnos nota y otros 20 en empezar a traernos la comida.
A todo esto, la duela estaba constantemente bebiendo tercios dentro de la barra.
Les pedimos que cerrarán una de las 2 puertas porque hacía una corriente horrible y ellos nos ofrecieron cambio de mesa, la situación mejoró pero hacía muchísimo frío en el local, los clientes estábamos todos comiendo con abrigo.
Pedimos un hojaldre de verduras que era superpequeño, entraba en la mano abierta. Unas croquetas veganas que estaban más o menos, 2 trozos de pan que nos trajeron con el último plato que fue un rissoto de setas vegano. Desde las croquetas hasta recibir el rissoto pasaron otros 20 minutos. En ese tiempo la dueña salió para preguntarnos si nos parecía bien que le echara picante a la receta ya que al ser vegano no sabe a nada. Le dijimos que si no pica mucho podía echarlo sin problema (por nuestro hijo de 2 años). Finalmente ella prefirió echarlo por el borde del plato para que lo fuéramos cogiendo según nos apeteciera. Cuando empezamos a comer el rissoto era como comer una sopa de miel con arroz y trozos de setas, a mi me dió hasta vergüenza. La dueña salió y se sorprendió que no estábamos comiendo nada. Le dijimos que estaba extremadamente dulce y no podíamos dar más de 2 pinchadas seguidas. Ella nos dijo que era debido a que lo hacen con calabaza. Yo les invito a descubrir la buena cocina vegana, o sino mejor que no ofrezcan este tipo de comida porque para hacerlo mal, mejor para tu negocio no hacerlo. No nos ofreció ninguna alternativa porque no tienen, devolvimos el plato y nos cobró el 100%. Pagamos más de 50 euros y nos fuimos helados, con una mala experiencia y con hambre.
Lo que sí voy a destacar positivo es que con el niño se portaron de 10, le prestaron una moto infantil y un muñequito. Aunque en un principio no nos pareció bien el tema «moto» dentro de un restaurante por los incidentes/molestias que podría ocasionar, pero ellos mismos le dieron vía libre, así que accedimos y las esperas de tanto tiempo se hicieron algo más llevaderas con un niño tan pequeño.
Una pena la experiencia en general, la verdad es que teníamos muchas ganas de conocer el lugar por la oferta vegana. Espero que intenten mejorar su oferta.
Respecto al risotto, yo les invito a conocer la margarina o aceite y la levadura nutricional como básicos en un rissotto vegano y omitir la calabaza en el caso de que sea tan extremadamente dulce. Y la comida vegana sí tiene sabor y muy rico, pero como cualquier tipo de comida, hay que saber cocinarla.